La luz tiene una relación directa con nuestro estado de ánimo. Por eso, en primavera y verano tendemos a estar más animados, y al contrario en los meses de otoño e invierno. Sin embargo, la vida en la gran ciudad corrompe la relación con ese aspecto de nuestro entorno .Con nuestro estilo de vida actual, generalmente pasamos la mayor parte del día en habitaciones cerradas y bañadas en una suma de luces artificiales. Y aunque las luces artificiales trajeron posibilidades infinitas, también causaron cierta confusión en nuestros cuerpos, los que se han adaptado durante miles de años para responder a los estímulos de la luz solar y la oscuridad de la noche.
Está demostrado que la iluminación artificial de interiores afecta a la producción de melatonina, modificando los patrones de sueño en aquellas personas que conviven en entornos cerrados sin acceso a la luz solar. Diversos estudios han demostrado que tanto la luz natural y artificial afectan tu estado de ánimo por medio de su color, temperatura e intensidad, factores que se involucran en una variedad de procesos en los que nuestro cuerpo produce serotonina, que como podrás saber, es una sustancia que influye directamente en cómo nos sentimos diariamente. Esta demostrado que con un monto adecuado de luz diariamente mejora el estado de ánimo y los niveles de energía, mientras que una iluminación deficiente contribuye a la depresión y a otras deficiencias en el cuerpo afectando directamente la concentración, el apetito, el estado de ánimo, entre muchos otros.
Todas estas investigaciones demuestran que la cantidad de luz influye en nuestras vidas, pero lo hace de una forma inconsciente. Si nos sentimos tristes en un determinado momento vital pensaremos en muchas causas para ese estado de ánimo antes de atribuirlo a la época del año, aunque nos encontremos en el momento más oscuro de un invierno.
¿Cómo podemos mejorar la salud de los ambientes mediante la iluminación?
Los investigadores recomiendan imitar lo natural a través de las luces artificiales. Por ejemplo, las luces brillantes y más fuertes son mejores para las mañanas y durante el día, mientras que las luces tenues son mejores para la noche. Lo contrario puede causar un ritmo circadiano confuso, alterar nuestros horarios de sueño u obstaculizar la búsqueda de energía a lo largo del día. Un estudio de la Universidad de Toronto demostró que las luces brillantes "intensifican nuestra reacción emocional inicial hacia un estímulo, y sus efectos pueden ser tanto positivos como negativos".
La temperatura del color también influye mucho en nuestra percepción. La unidad de medida es Kelvin (K) y cuanto mayor sea el valor, más brillante y frío será el tono de la luz. Cuando hablamos de luz fría o luz cálida, no nos estamos refiriendo al calor físico de la lámpara, sino al tono de color que irradia al ambiente. Las luces cálidas hacen que los ambientes sean más acogedores y relajantes, mientras que las luces más frías hacen que el ambiente sea más estimulante; nos hacen sentir más alertas, más enfocados y pueden aumentar los niveles de productividad.
También se cree que la luz azul reduce los niveles de la hormona melatonina, relacionada con el sueño, haciendo que nos sintamos más despiertos. Las computadoras y las pantallas móviles emiten mucha luz azul, de modo que ese último chequeo del correo electrónico desde la cama puede hacer que nuestro sueño sea menos reparador. Aún así, si se usa de manera inteligente, puede ser ideal para aquellos espacios donde la mente debe estar trabajando a toda máquina, como salas de reuniones, cocinas industriales e incluso fábricas donde se espera que todos estén muy concentrados.
Los tonos amarillos (en la parte inferior de la escala de colores) se refieren más al anochecer y al amanecer, momentos en los que el cuerpo está generalmente más relajado. Y eso tiene mucho sentido si pensamos que hasta hace poco los humanos no estaban realmente expuestos a luces de alta intensidad durante la noche, sino que simplemente a la luz del fuego y a la luz de la luna. La iluminación débil, indirecta, y cálida tiende a hacer que los ambientes sean más tranquilos y a que las personas estén más relajadas. Aunque esto puede no ser tan bueno para un entorno de trabajo que requiere eficiencia y productividad, puede ser una buena elección para un restaurante, un área de descanso, o un dormitorio.
Los expertos coinciden en que aprovechar la luz del sol durante el día y evitar la exposición directa a la luz fría y azul a la hora de acostarse, puede mejorar la calidad del sueño y afectar positivamente el bienestar y la productividad de las personas. Y aunque es imposible tratar de controlar la iluminación de todos los entornos y espacios que habitaremos, estar al tanto de los impactos de la iluminación en nuestro cuerpo puede hacer que lo pienses dos veces antes de comprar esa lámpara a la venta.
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